26 de octubre de 2011

Contagio: el pánico se expande




Steven Soderbergh es un gran cineasta. Por el recorrido que él hizo a lo largo de su vida cinematográfica se puede decir que los elencos multiestelares son su fuerte. En Contagio, la gran cantidad de historias que se desarrollan, por momentos le juega en contra al eje del film, que no es otro que mostrar la evolución de un virus que se convierte en epidemia mortal en el planeta.
Beth (Gwyneth Paltrow) vuelve a Estados Unidos luego de un viaje de negocios por Asia. Enferma, cae frente a su marido Mitch (Matt Damon) en la cocina de su casa, quien la lleva al hospital. A pesar de los esfuerzos médicos, ella muere. Así, este virus desconocido se expandirá en forma exponencial por distintos puntos cardinales. Entonces la Organización Mundial de la Salud y el Centro de Control de Enfermedades trabajarán contra reloj para descubrir la cura. Además de Damon y Paltrow, el elenco incluye estrellas como Lawrence Fishburne, Jude Law, Kate Winslet, Bryan Cranston, Marion Cotillard, Elliot Gould.




Contagio fue concebida por su guionista Scott Burns para mostrar cómo la sociedad se comporta frente al terror que le provoca una epidemia. Para eso se mete de lleno en un raro -y no tan abarcado- subgénero como el de las películas catástrofe de virus mortales. 
Soderbergh aprovecha y despliega entonces mucha de su cinfefilia. Hay referencias directas a otras piezas similares como Epidemia y Exterminio. También, la gran cantidad de actores principales juntos hace recordar a películas del mismo estilo como Terremoto, Infierno en la Torre o La Aventura del Poseidón. En ellas muchas de sus principales figuras morían.
Una referencia que no "consta en actas" es la de la película argentina Fase 7. Esta cinta local también toma como punto de partida el brote del virus H1N1, que en 2009 azotó al mundo. Su director Nicolás Goldbart muestra con valentía narrativa el desastre de magnitudes astronómicas que la epidemia podría haber ocasionado en una Buenos Aires apocalíptica. 



Contagio tiene una gran banda de sonido, que a medida que la tensión crece es funcional a la narración. Sus encuadres, cierto humor negro (que podría haber sido más y no hubiera molestado), la calidad con la que están producidas muchas de sus secuencias y la actuación de algunos de sus protagonistas son sumamente destacables.  
En ciertos momentos la película cae en baches narrativos y abusa de ciertos datos técnicos que impiden avanzar en la historia. Hay decenas de diálogos médicos que parecen haber sido sacados de algún documental de la National Geographic. Esto le da verosimilitud a la historia pero le ponen un potente freno de mano a la narración. 




Igualmente su principal problema pasa por no llegar a desgranar del todo algunas de las historias de sus protagonistas, como debería haber ocurrido. Muchos actores que parecen ser importantes, terminan siendo descartados y viceversa, muchos que tendrían que haber sido segundones al final son primeros personajes. 
Sin ánimo de adelantar nada, el ejemplo más claro es el de Marion Cotillard quien interpreta a una investigadora de la Organización Mundial de la Salud que viaja a Hong Kong para analizar el origen del virus. Cuando parece que su papel va a tomar vuelo, en realidad no lo hace tanto y se desvanece. 
A pesar de estas fallas, Contagio resulta una buena y entretenida pieza cinematográfica para reflexionar acerca del miedo, el pánico y el negocio que siempre hay detrás de eso. 



27 de septiembre de 2011

El hombre de al lado: no todo es lo que parece



Hay películas que son difíciles de explicar. Que más allá de su narración principal, lo que muestran tiene que ver con otras cosas. Que se develan diferentes elementos que las hacen más importantes que una simple historia cuya acción empieza y termina en algo más de una hora. Pues bien, El hombre de al lado, la segunda película de Mariano Cohn y Gastón Duprat es más que eso. Es una puesta de arte dramático con una moraleja dura y un epílogo apabullante.
Lo que cuenta El hombre de al lado es la historia de un artista del diseño gráfico e industrial de la ciudad de La Plata, interpretado por Rafael Spregelburd, que transcurre sus días inmerso en proyectos que le dan buenos dividendos y con una vida familiar rutinaria, en una casa muy reconocida arquitectónicamente. De golpe y porrazo, su vecino de al lado -Daniel Aráoz- decide abrir una agujero en la medianera para hacer una ventana que da hacia el patio interno de su hogar, a lo que él se niega. La tensión entre ambos y la puja por esta abertura va incrementándose minuto a minuto y el duelo, casi de western urbano, se desgrana inexorablemente a lo largo de todo el film.



Cohn y Duprat demuestran una adultez para la apuesta artística que hacen de esto un pieza fundamental para el cine-arte argentino. El lugar donde la filmaron es la casa Curutchet -única obra en latinoamérica del precursor del movimiento arquitectónico moderno conocido como Le Corbusier- donde, según su web "materializa fielmente la concepción arquitectónica del espacio moderno". Y modernismo que representa fielmente El hombre de al lado en la pantalla.
Con reminiscencias a otros producciones como Vecinos, esa maravillosa comedia negra de principios de los 80' con John Belushi y Dan Aykroid, y cierto toque minimalista del cine francés de los 70, sus encuadres, su forma y su argumento son casi únicos en su género.
Spregelburd construye a un snob del diseño apabullado por su esposa y sus obligaciones, dubitativo y tibio por momentos, pero frío cuando menos se lo espera. Aráoz, en su mejor interpretación actoral que hizo alguna vez, estremece con un tipo guarro, mal hablado, pero deliciosamente disfrutable y emotivo. 



El hombre de al lado decanta y engloba en la cultura, mucho más que lo que muestra la propia cultura. Los créditos del comienzo están basados en la video instalación Boquete, del artista Gaspar Libedinsky, y hay cameos de varias obras de arte de León Ferrari, Irene Banchero y Renata Morini

Va de lo individual a lo general, de lo puntual o lo global con una solvencia que asombra. Siempre contada desde el punto de vista de su protagonista, Cohn y Duprat tienen muñeca para mostrar esta historia donde, en definitiva no hay buenos ni malos, igual que en la vida.
El hombre de al lado es de esas películas en las que al comienzo parece que no ocurriera nada. Que todo es una suma de excelentes planos y buena continuidad. Pero que poco a poco se descubre como lo que es: una metáfora de nuestra asquerosa y sucia sociedad.



15 de septiembre de 2011

Escupiré sobre tu tumba: cuando el cordero se convierte en el lobo



Dentro de la infinidad de remakes de viejos clásicos y reediciones de producciones de países lejanos, de vez en cuando se puede encontrar alguna perla en el universo hollywoodense. Este es el caso de Escupiré sobre tu tumba, remake del film con el mismo nombre del año 1978, que desde su título ya dice mucho de lo que se va a ver en las casi dos horas de duración de esta pelicula de terror estrenada en 2010. 
La historia es la de la escritora Jennifer Hills, quien cansada de su rutina en la ciudad, se va a terminar de redactar su novela a una alejada cabaña en el medio de un bosque. Nada resulta como ella quiere cuando una banda de lugareños empieza a acosarla al punto de violarla salvaje y violentamente. Al escaparse, ella tendrá su venganza personal cuando le pague a cada uno de los atacantes con la misma moneda.





Escupiré sobre tu tumba se inscribe en el estilo de cintas donde banditas esquizoides, sucias, hiperviolentas y descontroladas violan tanto a hombres como a mujeres solos, rodeados de árboles en bosques frondosos, como ocurre en Deliverance, de 1972, o también en La última casa a la izquierda, del mismo año.
No es casualidad que este tipo de argumentos se desarrollaran con amplitud en la década del 70, años en los que se vivieron las primeras consecuencias directas de la guerra de Vietnam, la cual terminó en 1974. 




Muchos guionistas y directores, casi como una somatización de lo que ocurría tanto metafórica como real, explotaron los relatos violentos de bandas anárquicas de hombres que ejercen una violencia inusitada contra una víctima indefensa, en el centro de un bosque, totalmente afuera de la civilización, y donde el que empieza siendo el perjudicado termina tomando venganza de su violador.




Esta versión dirigida por Steven Monroe es superadora en mucho sentido de la original. Técnicamente impecable, con una gran fotografía y con un sentido dramático y actoral diferente a la anterior, Escupiré sobre tu tumba tiene el derroche de hemoglobina vengativa del nuevo cine de terror norteamericano, al estilo de Hostel o de la saga del Juego del Miedo, y se centra más que nada en la revancha de la joven y no tanto en la violación, como ocurría en la vieja.
Párrafo aparte merece la muy buena performance de dos de sus protagonistas. Sarah Butler construye con solvencia el papel de la escritora vejada y Andrew Howard, quien interpreta al comisario del pueblucho maldito, demuestra una gran capacidad para hacer de ese policía asqueroso y violento.
Con un presupuesto de casi 2 millones de dólares este film recaudó, en todo el mundo, algo más de 500 mil, por lo que ni se acercó a recuperar su costo y sus productores no habrán quedado contentos. Aunque esto no empaña para nada sus méritos cinematográficos. 



14 de septiembre de 2011

Cowboys & Aliens: entre tiros y rayos láser




No hay nada más clásico en la matemática que una suma. Pero si a esta fórmula simple se le agregan difíciles derivadas, ecuaciones complicadas y se expande algo más la cuenta, se obtiene un resultado mucho más complejo que dos más dos igual cuatro. Esto es, más o menos, lo que ocurre con Cowboys & Aliens. Un película que pretende llevar más allá de lo habitual a dos géneros cinematográficos que en los papeles no se cruzarían nunca, como el más clásico western junto al de la típica ciencia ficción.
Jon Favreau -para los teleadictos aquel gordito millonario que interpretó en la serie Friends a un novio multimillonario de Mónica- se vuelve a poner sobre su hombro una transposición de la historieta al cine como lo hiciera con Ironman y Ironman II. Aunque esta vez, el resultado no llega a ser totalmente certero.


La película cuenta la historia del poblado Absolution, en el centro de Arizona, donde un hombre -Daniel Craig- aparece en pleno desierto sin saber cómo llegó allí y con un extraño brazalete de metal atrapado en su muñeca. Cuando llega al centro del pueblo, tendrá un fuerte cruce con el Coronel Dolarhyde (Harrison Ford) quien mueve los hilos del lugar. Esa noche de riñas y disputas internas, sus fuerzas se tendrán que unir para combatir a un enemigo mucho mayor: una invasión de naves espaciales.
Con efectos especiales de primera categoría, con buena muñeca para manejar los tonos de acción que se van desarrollando y con algo de humor negro, Favreau logra momentos buenos, aunque no tantos como en sus anteriores películas. 
Es que por momentos, se alargan mucho algunas escenas (sobre todo desde la mitad hacia el final), ciertos diálogos se extienden sin agregar demasiado y determinadas vueltas de tuerca son muy evidentes.


Cowboys & Aliens tiene muchas buenas citas directas a películas de género cómo Alien y Depredador, pero también hay reminisencias de Encuentros cercanos del tercer tipo y se destaca el espíritu del western de Los Imperdonables y de toda la filmografía del Oeste de John Wayne, donde los indios son esenciales para el relato. 
La dupla Craig-Ford, a pesar de algunos clichés clásicos, funciona muy bien y resulta un hallazgo para ser tenido en cuenta para otros films. En un principio tenían pensado otra fórmula. El personaje de Craig lo iba a interpretar Robert Downey Jr., quien se bajó, según la página IMDB, "por problemas de agenda". Sólo después de confirmarse al ex James Bond, se sumó Ford, y una vez más de la mano del productor Steven Spielberg. 


Basada en la novela gráfica de Platinum Studios creada por Scott Mitchell Rosenberg, Cowboys & Aliens tuvo un presupuesto de 163 millones de dólares. Lleva recaudados en los Estados Unidos algo más de 130, con lo que no alcanzó a cubrir su costo.



29 de agosto de 2011

Balada triste de trompeta: payasos, armas y dos metralletas humeantes


El cine español, en los últimos veinte años, ha brindado una cantidad de directores que más bien pueden estar emparentados con lo que es el cine de género norteamericano, que con lo que puede revisarse del cine europeo de las décadas del 70 y la primera mitad de la del 80. Junto a Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró y Paco Plaza, Alex de la Iglesia es el director de cine español más preciso que existe. Su última película, Balada triste de trompeta, es su film más político y en el que despliega todo su fanatismo por lo exuberante, lo gore, el humor negro y lo sexual para contar una historia que tiene una significancia mucho mayor que su propia narración.
El relato de Balada triste de trompeta es el de un chico, Javier, que en 1937 y durante la Guerra Civil española ve cómo su padre, uno de los payasos del circo en el que trabaja, es apresado por el ejército del General Franco. Este episodio tendrá consecuencias fatales en su vida, principalmente cuando él se convierta, a comienzos de la década del 70', en el payaso triste de otro circo, y dónde librará una batalla descarnada contra el golpeador y violento Sergio, el payaso tonto, por el amor de la trapecista Natalia. 


De la Iglesia produce por momentos una clase de historia filmada, cuando mediante imágenes de archivo hace una síntesis de los momentos vividos por España durante el franquismo, época de prohibición, persecución y autoritarismo. En ella se ven todos juntos y pegados personajes famosos, cantantes, películas y noticias españolas de la posguerra hasta dar paso a la batalla de los payasos.
Los personajes de Balada son violentos, torpes, sexópatas, salvajes pero también inteligentes y sufridos. Todo es exagerado, áspero y algo grotesco, y la crítica hacia eso es tácita. El humor negro sobreviene en los momentos menos esperados y el drama más cruento y triste aparece cuando uno menos lo anticipa.   


Si bien hay referencias a otras producciones -hay algunos guiños a Freaks, de Tod Browning, a algunas películas de Alfred Hitchcock, y ciertos momentos remiten a Inglorius Basterds, de Quentin Tarantino- Balada triste de trompeta es la cinta de de la Iglesia con menos citas a otras películas.
Sin llegar a la excelencia que alcanzó con La Comunidad y El Día de la Bestia, ni tampoco lograr la caricaturas tan marcadas como hizo en Crimen Ferpecto y Acción Mutante, el director español tiene una muy buena muñeca para construir con valentía e intencionalidad política esta historia donde no hay ni buenos ni malos, sino enemigos.


Las escenas de guerra y ciertas secuencias filmadas en el circo -el cual a propósito funciona sobre la base de una ciudad destruida- como también la reconstrucción de varias épocas, son muy bien logradas. Los actores Carlos Areces, el payaso triste, y Antonio de la Torre, el payaso tonto, funcionan a la perfección como pareja antagónica. 
Aunque hay que decir que lo peor de la película es la performance de la parte femenina, encabezada por la novia del director, Carolina Bang, que tiene unos ojos hipnotizantes, pero no termina de conmover como debería con su personaje de la trapecista.
Párrafo aparte merece la aparición del conocido Raphael, en imágenes de archivo, cantando caracterizado como un payaso e interpretando la canción que da origen al nombre de la película, como también la presencia del reconocido clown Fofito y de algunos actores que en otras producciones de de la Iglesia fueron protagonistas. 
Santiago Segura, hace un bizarrísimo payaso trajeado con un vestido rosa y matando a machazos a franquistas, Enrique Villén personifica a un gracioso esposo de la dueña de los perros del circo y Sancho García que se mete en el personaje del Coronel Salcedo, quien tendrá un duelo especial con Javier durante toda la película.
Balada triste de trompeta ganó un par de premios Goya en 2010 por nominaciones técnicas, pero se alzó con dos premios en el Festival de Venecia a mejor director y mejor guión. De acuerdo a cifras que arrojan algunas páginas especializadas, costó unos 7 millones de euros. Bien invertidos están, seguro.   



6 de febrero de 2011

Sudor Frío: el pasado se hace terror

   
  La película Sudor Frío funciona perfectamente. Esto se comprueba en forma clara y precisa en el mismo momento en que, al pasar los créditos finales, los espectadores de una sala semicolmada, aplauden sin parar por unos cuantos minutos. Es muy raro que esto suceda con una historia de terror y suspenso. Y más teniendo en cuenta que el filme es argentino, se realizó con un presupuesto minúsculo y recién en las últimas dos semanas tuvo promoción en los canales de aire de la televisión local. 
   Adrián García Bogliano construye un relato en el que se entremezclan sorpresivamente lo más sangriento de nuestra historia pasada, con elementos típicos del cine de terror norteamericano, al mejor estilo Juego del Miedo, La Masacre de Texas o Scream. Aunque se trata de un género en el que casi nunca la política está presente, en Sudor Frío -y acá radica su transgresión y mejor logro- la historia truculenta argentina juega un papel fundamental en el origen de todos los males.


   Facundo Espinosa interpreta a un joven que busca a su novia, papel que hace la debutante Camila Velasco, quien desapareció por arte de magia. Él junto a una amiga, Marina Glezer, descubren el lugar donde supuestamente está la persona que a escondidas chateaba con ella. Es en esa casa antigua de la zona de La Plata donde dos psicópatas sexagenarios esconden más de 25 cajas de explosivos, y perpetran horribles crímenes.
   El principal defecto del filme son algunas actuaciones. No porque sean malas, sino por los desparejas que resultan. Los buenos trabajos de Espinosa y de uno de los asesinos interpretado por Omar Musa, son la antítesis de la mala performance de algunos de los actores secundarios y de Marina Glezer (lamentablemente hay que decirlo) quien por momentos desentona demasiado con sus compañeros.  La sorpresa es la perfecta actuación de la debutante en el cine Camila Velasco, quien se banca la película entera practicamente sin moverse.



   A pesar de este pequeño contrapunto (el único) García Bogliano, como un perfecto titiritero,  mueve los hilos de la tensión que va de menor a mayor. Con un estilo propio, que ya mostró en varias de sus producciones anteriores como 36 Pasos, Habitaciones para turistas y especialmente la extraordinaria No moriré sola, este director apela a los efectos de iluminación, explota perfectamente los primeros planos, usa de manera majestuosa la cámara lenta y los pocos efectos especiales que hay y desarrolla con muchísima precisión la tensión creciente construida con una banda de sonido de la hostia.
   Sin dejar de citar a grandes directores de género como Wes Craven, John Carpenter, George Romero y Lucio Fulci, y también remitiéndose, aunque no tan directamente, a películas de horror como Sé lo que hicieron el verano pasado, Scream, Halloween o cualquiera del subgénero slasher, Bogliano hace su mejor película. Para esto deja de lado lo artesanal de sus otras producciones, aparta las escenas impresionables por demás y las hace funcionales al relato, y entremezcla la realidad a la ficción, algo poco común en estas historias.


     Uno de los aciertos de este filme es hacer que la década del 70' se haga omnipresente en lo actual. Lo pasado vuelve para atacar este presente de tecnología, hiperinformación y conectividad al límite. Las ideas viejas y nefastas no dejaron de existir, sino que se quedaron latentes y pueden querer imponerse igual que hace décadas. La historia negra espantosa tiene un correlato actual, y lo que ya pasó podría volver a pasarle a cualquiera y en cualquier lugar, parecería que dice Bogliano a través de su película.
   Paura Flics, una pequeña productora platense, se unió con el estudio Pampa Films para la realización de Sudor Frío. Ambos estudios seguramente deben estar más que felices con el resultado de crítica y de público que tuvo su producción, ya que durante el primer fin de semana en cartel sumó casi 22 mil personas en solo 40 salas y quedó octava entre las más vistas, mérito increíble para una realización de este tipo. 
   Filme que seguramente seguirá creciendo a lo largo de las semanas venideras y que le abrirá las puertas a otras producciones de este tipo que a lo largo del 2011 se estrenarán en los cines argentinos.
 

16 de enero de 2011

Fringe: la guerra de los mundos


   Con su tercera temporada circulando por el cable norteamericano y argentino, la serie Fringe  es la mejor exponente de la ciencia ficción que hay hoy. Con el espíritu inconfundible de Los Expedientes Secretos X (X-Files, 1993-2002) y de La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone, 1959-1960), y referencias constantes a otras producciones de su tipo que agrandan su condición de programa "de culto", Fringe logró obtener su climax narrativo en el comienzo de este nuevo año.
   Es que la posibilidad de los guionistas de jugar con lo que pueda pasar en un universo paralelo, es la piedra fundamental de la historia. Sus creadores J. J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci construyeron finamente desde 2008, año de su capítulo piloto, un mundo donde los casos policiales investigados por el FBI se entremezclan con explicaciones científicas (y no tanto) y experimentos bizarros.


   Básicamente lo que cuenta Fringe es la vida del grupo de investigación "División Fringe"  integrado por una agente del FBI atormentada y soltera, a la vez que hermosa y elegante, Olivia Dunham (Anna Torv); un científico borderline, ex adicto a cualquier sustancia alucinógena y brillante por donde se lo mire, Walter Bishop (John Noble) y el hijo de él Peter Bishop (Joshua Jackson), un pseudo agente policial quien poco a poco generará tensión sexual con Olivia y será la clave para desenmarañar toda la trama.
   Construida sobre la base narrativa de la resolución unitaria de casos extravagantes, inexplicables y sin respuestas reales posibles, Fringe alterna estos relatos con un hilo conductor que muestra, y mucho más en esta temporada, la guerra encarnizada entre dos mundos con personajes que parecen iguales pero son totalmente distintos. 
   Párrafo aparte merecen las actuaciones de sus protagonistas. Tanto John Noble como Anna Torv, construyen sus personajes en forma genuina y creíble. Esto tiene mucho más mérito por tratarse de un envío de ciencia ficción y no de un drama, donde supuestamente las actuaciones son pasadas a otro plano. Quizás el punto donde tiene un escalón más alto que X-Files son las interpretaciones de los personajes, no solo de sus protagonistas, sino también de los secundarios. 
   La tercera temporada arrancó con la agente Olivia atrapada en el otro mundo, en las manos del Walter alternativo (o Walternate) un siniestro líder con poder, dinero y mucha inteligencia que hará lo posible por destruir sin contemplaciones y utilizando cualquier artilugio al "otro" mundo. Justamente su plan consiste en que la Olivia de su universo se haga pasar por la verdadera Olivia, y así poder obtener información precisa de lo que ocurre allí. Los cambios, idas, venidas, partidas y vueltas de los personajes será desde donde la historia relate lo que quiere contar: la guerra entre dos bandos.


   A pesar de la delicadeza con la que está producida, de lo excepcional que a veces resultan sus guiones y de los constantes guiños a otros envíos de su mismo género, Fringe sufrió una baja de audiencia: de 6.36 millones durante la temporada segunda bajó a 5.12 durante lo que va de la tercera, una merma de un 20 por ciento. Por esto, la cadena FOX resolvió cambiar de día el envío y lo llevó del ultra competitivo jueves al casi olvidable viernes, día "desechable" por así decirlo, para tratar de "salvar" el show.
   "No estamos matando a la serie. La semana pasada (por el último episodio que se emitió) más del 45% de la audiencia grabó el capítulo. Eso es casi la mitad de la audiencia viéndolo en sus DVRs. Me partiría el corazón si los fans dejasen de verla solo porque cambió de noche. Espero que sigan con ella, y si no, siguen teniendo la opción de grabarla en sus DVRs. Si se acerca a los números que estaba teniendo los jueves, podemos pegar la serie con pegamento a nuestra programación, porque seria una gran victoria", explicó el Presidente de Entretenimiento de la cadena FOX Kevin Rilley, cuando se conoció el cambio de día.
   Esta decisión no fue interpretada por uno de sus productores ejecutivos como un castigo. "Desde adentro uno sabe cuando está perdiendo apoyo desde la cadena y los estudios. Para nosotros fue todo lo contrario", dijo Jeff Pinkner.
   Para Noble, uno de los actores principales, también la medida parece más beneficiosa que condenatoria. "El sentimiento que prevalece es que moverse a la noche de los viernes puede ser una bendición disfrazada. Menos interrupciones, y menor gran competencia. Los viernes por la noche quizás presente un reto, pero nuestra confianza en nosotros mismos y el compromiso están por la nubes. El tiempo lo dirá”, comentó.
   El próximo episodio llamado "Firefly" tendrá un condimento especial para los que son fanáticos de la ciencia ficción. Es que participará como actor invitado Christopher Lloyd, el ex Doctor Emmett Brown del clasicazo Volver al Futuro (Back to the Future,1985). Así se terminará el receso de fin de año del programa, y comenzará a dibujarse el futuro real del show, que se espera, sea promisorio.